Punta Cana
Isla Saona
Isla Saona - Punta Cana
Muchos opinan que no ir a Saona es prácticamente no haber visitado Punta Cana. Y no es para nada una exageración, de hecho obran con buen juicio al decir esta verdad de a peso. ¿Razones? Las hay muchas, aquellas que consolidan a Isla Saona en un pedazo de sol que todo vacacionista debe experimentar. Pero conozcamos las más destacadas para que sigamos antojándonos de este viaje… ¡Vamos a ello!
Empecemos por decir que es la isla más grande de República Dominicana (110 km²) donde se asientan poco más de setenta pequeñas y coloridas casitas: aquí es donde viven y sueñan unas quinientas personas, enteramente dedicadas a la pesca artesanal. Será entonces muy común que observes pescadores, desde sus botes, tendiendo las redes tal como los padres de sus padres se los enseñaron y tal como lo enseñarán a sus hijos, y estos a los suyos…, una escena realmente idílica.
Mano Juan se llama este pintoresco pueblo adornado de alegría y de colores, donde los niños, amantes de las golosinas como el que más, nos recuerdan a los pequeños de La Guajira (Colombia), los cuales montan inocentes retenes para llenarse los bolsillos de azúcar. Y tal como los habitantes de esta bendición caribeña se toman con calma el paso de la vida, para ti no habrá mejor techo sobre tu cabeza que el firmamento azulado, mejores vistas que las costeras, ni más rico almuerzo que un pescado recién izado del agua… pescado, mariscos y langostas de primera, debemos redondear.
Pero ampliemos el panorama: la isla cuenta con gran número de playas solitarias, amplias y exóticas; de estas playas la más aclamada es, sin sombra de duda, la llamada Piscina Natural, una zona de mar protegida por arrecifes coralinos que se asemeja a una alberca ni mandada a hacer por la Creación para disfrute de toda la familia: francamente gigantesca y repleta de estrellas de mar; aparte de este fabuloso detalle, también cuenta con exuberantes formaciones de manglar para reconocer en kayak y sinuosas cuevas con petroglifos taínos incluidos. En Isla Saona también te las verás con lagunas costeras, dentro de las que hay que visitar las lagunas Los Flamencos, Canto de la Playa y Sequilla, ésta última ubicada más al interior.
¿Actividades? La respuesta puede ser vasta, pero tratemos de sintetizar, dando por descontado el obligado plan playero: compra preciosas artesanías (si no traes por lo menos una a casa, también es como si no hubieras venido a Punta Cana); sírvete de tomar los masajes locales, que si te descuidas te dejan dormido por lo placenteros que pueden ser; no dejes de visitar Catuano, Cayo Ratón, el santuario de tortugas, Canto de la Playa, Isla Catalinita y, como habíamos mencionado, los yacimientos arqueológicos para observar los petroglifos taínos; por último, si te gusta bucear, y ya tienes certificación, no desaproveches esta chance irrepetible.
Ahora bien, llegar no es para nada imposible: Playa Bayahibe es el referente para la partida, de esta localidad salen tours en catamaranes o lanchas rápidas ―las excursiones las contratas con el hotel donde te hospedas o negociando desde los muelles de Bayahibe— que generalmente llegan entre las 10 y las 11 de la mañana, 25 minutos, más o menos, tarda el viaje: la demora está en calentar motores y esperar que todos suban a bordo; eso sí, la fantasía solo dura hasta las cinco de la tarde, en adelante solo quedan para mecerse en sus hamacas los pobladores. De suerte que hay que sacarle el mayor partido a cada segundo en esta aventura inolvidable.
Finalmente, en la Isla Saona el sol brilla todo el año; pero, si te tuestas un poco, aún puedes ampararte en la sombra de los cocoteros o ponerte bajo un quitasol mientras descansas como Dios manda en una reposadera y con una piña colada en mano.

